viernes, 19 de septiembre de 2008

Capítulo 4: Las "disculpas" y la compensación

Después de leer la carta, me consta que alguno recordó a mis ancestros, vivos y muertos a lo largo de varias generaciones.
Tras calmarse (imagino) y percatarse de que, por tercera vez, me habían desgraciado el fin de mes, recibí una sarta de disculpas, que ya tomé un poco más de coña que las primeras.
Sin fiarme ni un pelo, seguí pagando religiosamente mis cuotas, a la espera de una buena ocasión para utilizar nuestros ahorrillos.
Tanto lo sintió la compañía, que nos regalo sendas pólizas de seguro de vida, por un año y sin coste alguno. Buena filosofía. Es lo mismo que si te intoxicas en mi bar por una ensaladilla purulenta con la salmonelosis tan crecida que roba las aceitunas, y para compensarte, te invito a una ensalada con salsa rosa.
En fin, dado que no costaba más que la tinta del boli para firmar, y lo puso el agente, las firmamos. Espero de todo corazón no tener que hacer uso de ellas.
En breve, el principio del fin.

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